jueves, 20 de diciembre de 2007

aburrición...

Estoy tan aburrida que tengo que hacer algo.
Estoy en Tampico (también conocido como tierra de mosquitos y calor, que en invierno ni tiene tantos mosquitos ni tanto calor), recién operada (chan chan chan cháaan), y no tengo nada que hacer.
Absolutamente NADA.
Ya agoté todas mis ideas de entretenimiento: ya pasé por cada canal de la tele de 42 pulgadas de plasma de mi abuela como por ocho veces, feisbuc, mi siempre aliado, ya no me entretiene, necesito un descanso de mi librito maravilla, y la gente simplemente ha dejado de contestar mis mensajes de texto desesperados y sin sentido.
Y todo porque el señor doctor me prohibió salir hasta a la panadería (como si fuera mucho a la panadería). Blah, de todos modos estoy morada e hinchada como si me hubiera pegado una pelota de fútbol y me daría mucha pena salir (o seaaa güeeey).

Pero estoy a-bu-rri-da. Y lo quería sacar.

domingo, 25 de noviembre de 2007

Slam Evil!

Cuando yo era chiquita, inocente y pura, vi una película de un súper héroe en mallas moradas perdido en la selva, o algo así. (Nota: Los hombres en mallas NO son sexys. Simplemente NO).

Hoy, como diez años después, buscando pósters de películas de cómics para una tarea, encontré esto.





Tiene que ser el peor póster de la historia.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Cara de Chango

El otro día fui al centro a hacer un trabajo para la escuela.
Como soy niña y miedosa y fresa y aparentemente súper vulnerable por eso, me quedó de acompañar un cuate.
Mi cuate vive en el mero, mero sur. Yo en el mero, mero norte. Así que nos quedamso de ver allá.

Y pues ya. Agarré el metro y me bajé en Bellas Artes, y con el frío de la chingada y todo, me senté felizmente en las escaleritas del museo a esperar.

No llevaba yo diez minutos sentada, cuando un hombre se me sentó al lado. Era alto, gordo, como de 40 (o tal vez menos, o tal vez más), sus dientes medio carcomidos, sus uñas largas, su cabello medio largo. En fin, toda una caricatura.

No sé bien cómo, pero me empezó a hacer la plática. Al principio pensé "iiiuuu". Y luego pensé "Bueno, no seré tan fresa. Igual y es inofensivo. Y si no, pues aquí hay polis y gente y hace mucho frío y la verdad no me quiero mover."

Por lo que pude entender, se llamaba _____ (insertar nombre extraño aquí), alias "Cara de Chango" (y el apodo estaba bien ganado).
Me dijo que venía de Veracruz y trabajaba con ganado.
Me dijo que venía a la ciudad a hacer investigación.
"¿Dónde?", pregunté.
"Pues en la ciudad, señorita".
"Ah, va."
Me preguntó como diez veces en tres minutos mi nombre. Se lo repetí como diez veces en tres minutos. No lo aprendió.
Me dijo que mis chacras y mi karma estaban muy bajos y eran muy negativos y que era porque no hacía ejercicio.
"Pero sí hago."
No le importó. Me dijo que, ¡gracias a dios!, él se había cruzado en mi camino, porque tenía la cura.
¿Ah, sí?
Sí.
La cura era un masaje que me tenía que dar en la pierna. (¡¡¿¿??!!) Y era a fuerzas ahí porque se veía que la tenía rígida porque no me movía. (¡Es que hace un chingo de frío!)

La chica que esperaba también junto a mí sólo reía. Yo sonreí, y le dije que ya había visto a mi amigo a la lejanía. Él se ofreció a acompañarme. No, gracias, ahí está, mírelo. (No había nadie).

Me paré y huí. Tuve que esperar en Eje Central. Parada. Muerta de frío.

miércoles, 17 de octubre de 2007

No me molestes, mosquito.

Estoy al borde de la muerte de gripa. Y ayer, después de ver una película maravillosa (The Darjeeling Limited, si tienen la oportunidad, véanla), llegué a mi casa muy cansada, deseando más que nada dormir.

Ahora, el proceso de irse a dormir, para mí es largo. Tienes que ponerte la pijama, lavarte los dientes, desmaquillarte (guácala), etc., etc., etc.. Así que cuando por fin ya me acosté a dormir, ya estaba aún más cansada de lo que venía.

Justo estaba entrando a ese punto en el que no-estás-dormido-aún-pero-ya-casi, cuando un ¡maldito! mosquito empezó a zumbar. Y zumbar. Y zumbar.
Prendí la luz para buscarlo y matarlo. Por supuesto que se calló. Por más quietecita que me quedé, intentando engañar al infeliz para que se delatara con su zumbido, él no cayó en mi trampa.

Apagué la luz de nuevo, y por supuesto que volvió a empezar con su zumbido. Juro que lo escuchaba junto a mi oído, así que prendí la lámpara de nuevo, y ¡ya había desaparecido! ¡¿Es que a dónde van los mosquitos/moscas/grillos/demás-bichos-odiosos-que-hacen-ruido-cuando-quieres-dormir cuando se prende la luz?!

Es como esa película de la Bruja de Blair. Te da miedo porque sabes que la bruja está ahí, aunque nunca la ves. Con los mosquitos es lo mismo. Los escuchas, te vuelven loca, en un punto, si son lo suficientemente arriesgados, hasta te pican, pero en cuanto prende uno la luz para contraatacar, se han desvanecido.

Al final perdí la batalla. Tuve que aprender a irme a dormir con el mosquito zumbando en mi oído felizmente.
Lo odio.

martes, 2 de octubre de 2007

Cinema Paradiso

Última escena de la que rápidamente se convierte en una de mis películas favoritas.


martes, 18 de septiembre de 2007

Antena (segunda parte)

Y bueno. Ya tengo antena, y la radio funciona perfectamente a pesar de las lluvias y el mundo era feliz de nuevo.
Entonces, el viernes, baboseando por alguna extraña razón en la parte trasera de mi coche, moviendo chamarras y cobijas, mochilas y papeles y demás cosas que habitan ahí, aparece un objeto extraño, metálico, largo... bizárramente parecido a aquel apéndice que se asoma del techo de mi coche.

La antena que se habían "robado".

Ahora tengo dos antenas. Y pues siempre es bueno tener un back-up.

El mundo era doblemente feliz. Hasta que el sábado en la noche, la tragedia más grande del mundo ocurrió: alguien se robó mi iPod. Fue usurpado vilmente de mi bolsa en pleno grito de independencia.

El mundo nunca ha sido más gris.

domingo, 2 de septiembre de 2007

Nada que hacer

Tengo que hacer tarea y no quiero.
Quiero que deje de llover porque me deprimo. Si me deprimo menos hago mi tarea.
Si pudiera me iría ahorita a la playa. Me llevaría a una amiga, de ésas con las que puedes hablar por horas, de lo que sea. De ésas con las que puedes hablar por horas y luego ir a beber y a conocer chicos. Pero tengo que hacer tarea.
Es domingo por la tarde, y tengo ese sentimiento de domingo por la tarde. Aquél que te dice que tuviste un buen fin de semana, pero ya va a acabar. Que tienes que hacer tu tarea, qué importa que esté lloviendo. Creo que no hay peor sentimiento que el de domingo por la tarde.
Es domingo por la tarde y está lloviendo, así que ahora tengo humor melancólico. Quiero una de esas amigas con las que puedes hablar por horas para darle un abrazo, hablar por horas en lo que deja de llover y tomar chocolate o té.
Pero tengo que hacer tarea. Y no quiero.

viernes, 17 de agosto de 2007

antena

- Mamá, creo que ya no sirve la radio del coche.. se oye rara.
(Silencio hostil)
- ¿No te has dado cuenta que te robaron la antena hace como dos semanas?
- Ah...

jueves, 16 de agosto de 2007

La mano peluda

En tu afán de evitarte el tráfico terrible de las ocho de la noche (y de cumplir tus propósitos), te diriges al gimnasio después de clase. Después de una hora y media, más o menos, estás lista para enfrentar al periférico y no, no te intimida en nada esa lluvia que parece no va a parar en bastante tiempo.

Como el karma y tú nunca han sido muy buenos amigos, justo este día tu iPod se muere (o más bien se queda sin pila), dejándote sola a buscar entre las opciones que te ofrece la radio para que te acompañe en el trayecto de regreso. Después de un rato de cambiar la estación a lo imbécil descubres que ya son las diez de la noche. Sonríes: sabes de un programa que te mantendrá lo suficientemente entretenida por un tiempo, un clásico en realidad: La mano peluda.

No sueles escucharlo, pero hoy te encoges de hombros y te dices 'por qué no'. No es como si te fueras a asustar, o algo. La historia ya empezó y te perdiste el comienzo. Escuchas con atención a pesar de la lluvia - que, efectivamente, no disminuye -, y la estática creada por tu actual falta de antena.

Y en realidad no te asusta. No, no te asusta la historia que cuenta con voz temblorosa el hombre al teléfono. No, no te asustan los detalles de la presencia que lo persigue. No, no te asusta a pesar de la oscuridad del cielo y de la lluvia y no, no te asusta aunque vengas tú sola en el coche. No, no te asusta porque no crees en ello.

Te lo repites durante todo el camino.

Te lo repites mientras tu morbo de seguir escuchando lucha con una voz en tu cabeza que te pregunta neciamente cuál es la necesidad de estarte espantando sin razón aparente. Pero no importa esa voz, porque no te asusta.

Tampoco miras sobre tu hombro cuando por fin llegas a tu casa y apagas tu coche, sin haber escuchado el final. Y no es por eso que decides dejar la maleta en el coche diciéndote que puedes recogerla en la mañana y ahora estás muy cansada para hacerlo. Y definitivamente ésa no es la razón por la cual decides irte a dormir en seguida sin reparar en lo demás.

Te ríes de ti misma mientras te preparas para dormir, riéndote de lo absurdo de la situación. Tú no crees en esas cosas, y no te dan miedo.

Pero esta noche tal vez duermas con la luz prendida.

Por si las flies.

viernes, 10 de agosto de 2007

jarri poter

Lo tengo que decir, y no, no me da miedo la recriminación social ni la ira de las masas (mucho):

No me gustó el último libro de Harry Potter. It sucks.
There, I said it.

(By the way, Marifer, fue bueno ser tu amiga mientras duró).

martes, 7 de agosto de 2007

Semestre nuevo... ¿vida nueva?

Y bueno, me pregunto yo, ¿por qué uno se tiene que esperar hasta año nuevo (o Año Nuevo, como prefieran), para hacer listas de propósitos? Los de año nuevo nunca los cumplo, y creo que empezar un nuevo semestre es una oportunidad igual de buena para hacer listas de propósitos. O de lo que sea.

Ahí va la mía.

Uno. Seguir con el mismo entusiasmo de a principio de semestre durante TODO el semestre. Incluyendo hacer tareas, no faltar a clases, seguir la agenda, y sí, postear seguido en el blog.

Dos. Ir al gimnasio. Regularmente.

Tres. No fumar. Nunca más. Jamás. En serio. Que se me rompa el tacón si miento.

Cuatro. Beber un poco menos. (Que conste que dije un poco).

Cinco. No, no hay cinco. ¿Por qué habría de haber un cinco? Las listas siempre terminan en cinco, o tres, o diez o algo así. La mía no. La mía tiene cuatro.

Seis. Bueno, se me ocurrió otra: No morderme las uñas. Pero como no es posible eso, pretenderemos que sigue en el cuatro.

Eso es todo. Bai.

(Posdata: Ayuda con cosas blog-related aceptada. Lo que sea: formatos, truqillos, diseños, temas, lo que sea).

lunes, 6 de agosto de 2007

Alele Quitaponga

Alele. Alele quitaponga. Amasa masa masa. Oh alué, alué, aluá. (Esto es una canción infantil y sin ningún tipo de connotación sexual, just in case).

Eso es todo por ahora. El blog y yo aún no somos muy buenos amigos que digamos. Cuando algo se hace a la fuerza la mitad de su atractivo se pierde. Heme ahí. Tal vez después de algunos cuantos posts derivados de la obligación y la fuerza del ocio nos volvamos más cercanos, pero como todas las relaciones se tienen que alimentar, y por ahora no hay mucha confianza. Sobre todo es la parte voyerista del asunto en la que completos extraños tal vez te lean (o tal vez no, si a nadie le importa).

Bueno, fue más de lo que creí que escribiría.