domingo, 25 de noviembre de 2007

Slam Evil!

Cuando yo era chiquita, inocente y pura, vi una película de un súper héroe en mallas moradas perdido en la selva, o algo así. (Nota: Los hombres en mallas NO son sexys. Simplemente NO).

Hoy, como diez años después, buscando pósters de películas de cómics para una tarea, encontré esto.





Tiene que ser el peor póster de la historia.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Cara de Chango

El otro día fui al centro a hacer un trabajo para la escuela.
Como soy niña y miedosa y fresa y aparentemente súper vulnerable por eso, me quedó de acompañar un cuate.
Mi cuate vive en el mero, mero sur. Yo en el mero, mero norte. Así que nos quedamso de ver allá.

Y pues ya. Agarré el metro y me bajé en Bellas Artes, y con el frío de la chingada y todo, me senté felizmente en las escaleritas del museo a esperar.

No llevaba yo diez minutos sentada, cuando un hombre se me sentó al lado. Era alto, gordo, como de 40 (o tal vez menos, o tal vez más), sus dientes medio carcomidos, sus uñas largas, su cabello medio largo. En fin, toda una caricatura.

No sé bien cómo, pero me empezó a hacer la plática. Al principio pensé "iiiuuu". Y luego pensé "Bueno, no seré tan fresa. Igual y es inofensivo. Y si no, pues aquí hay polis y gente y hace mucho frío y la verdad no me quiero mover."

Por lo que pude entender, se llamaba _____ (insertar nombre extraño aquí), alias "Cara de Chango" (y el apodo estaba bien ganado).
Me dijo que venía de Veracruz y trabajaba con ganado.
Me dijo que venía a la ciudad a hacer investigación.
"¿Dónde?", pregunté.
"Pues en la ciudad, señorita".
"Ah, va."
Me preguntó como diez veces en tres minutos mi nombre. Se lo repetí como diez veces en tres minutos. No lo aprendió.
Me dijo que mis chacras y mi karma estaban muy bajos y eran muy negativos y que era porque no hacía ejercicio.
"Pero sí hago."
No le importó. Me dijo que, ¡gracias a dios!, él se había cruzado en mi camino, porque tenía la cura.
¿Ah, sí?
Sí.
La cura era un masaje que me tenía que dar en la pierna. (¡¡¿¿??!!) Y era a fuerzas ahí porque se veía que la tenía rígida porque no me movía. (¡Es que hace un chingo de frío!)

La chica que esperaba también junto a mí sólo reía. Yo sonreí, y le dije que ya había visto a mi amigo a la lejanía. Él se ofreció a acompañarme. No, gracias, ahí está, mírelo. (No había nadie).

Me paré y huí. Tuve que esperar en Eje Central. Parada. Muerta de frío.