miércoles, 17 de octubre de 2007

No me molestes, mosquito.

Estoy al borde de la muerte de gripa. Y ayer, después de ver una película maravillosa (The Darjeeling Limited, si tienen la oportunidad, véanla), llegué a mi casa muy cansada, deseando más que nada dormir.

Ahora, el proceso de irse a dormir, para mí es largo. Tienes que ponerte la pijama, lavarte los dientes, desmaquillarte (guácala), etc., etc., etc.. Así que cuando por fin ya me acosté a dormir, ya estaba aún más cansada de lo que venía.

Justo estaba entrando a ese punto en el que no-estás-dormido-aún-pero-ya-casi, cuando un ¡maldito! mosquito empezó a zumbar. Y zumbar. Y zumbar.
Prendí la luz para buscarlo y matarlo. Por supuesto que se calló. Por más quietecita que me quedé, intentando engañar al infeliz para que se delatara con su zumbido, él no cayó en mi trampa.

Apagué la luz de nuevo, y por supuesto que volvió a empezar con su zumbido. Juro que lo escuchaba junto a mi oído, así que prendí la lámpara de nuevo, y ¡ya había desaparecido! ¡¿Es que a dónde van los mosquitos/moscas/grillos/demás-bichos-odiosos-que-hacen-ruido-cuando-quieres-dormir cuando se prende la luz?!

Es como esa película de la Bruja de Blair. Te da miedo porque sabes que la bruja está ahí, aunque nunca la ves. Con los mosquitos es lo mismo. Los escuchas, te vuelven loca, en un punto, si son lo suficientemente arriesgados, hasta te pican, pero en cuanto prende uno la luz para contraatacar, se han desvanecido.

Al final perdí la batalla. Tuve que aprender a irme a dormir con el mosquito zumbando en mi oído felizmente.
Lo odio.

martes, 2 de octubre de 2007

Cinema Paradiso

Última escena de la que rápidamente se convierte en una de mis películas favoritas.